El acoso y el sexismo puede ser pasivo
La situación genera indignación y tristeza, ya que refleja un entorno académico hostil para las mujeres, basado en prejuicios de género. Es preocupante que el profesor, quien debería fomentar un aprendizaje inclusivo, utilice un trato desigual que refuerza estereotipos, afecta la autoestima de las estudiantes y dificulta su experiencia académica. Además, el constante señalamiento y presión hacia una de las alumnas crea un ambiente de estrés y desmotivación que puede tener consecuencias emocionales y académicas significativas.
La pasividad de los estudiantes hombres frente a las actitudes sexistas del profesor, es un aspecto relevante en esta situación, porque fortalece el sustrato que genera esta posición normalizando el sexismo y la discriminación. Esto puede deberse a una falta de conciencia sobre el problema, el temor a confrontar la autoridad o la comodidad que les otorga su posición privilegiada en la dinámica de poder. Además, podría reflejar una falta de solidaridad con sus compañeras o una adaptación a una cultura machista que normaliza la discriminación. Esta actitud pasiva, es más violenta porque fortalece la desigualdad al validar implícitamente el comportamiento discriminatorio. Es crucial fomentar la educación en perspectiva de género para sensibilizar a todos los estudiantes, promover la empatía y generar una responsabilidad activa en la construcción de entornos inclusivos.
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