Una confesión que nadie necesita oír

Una confesión que nadie necesita oír

Después de pensar mucho que actos de discriminación o cualquier momento donde los prejuicios o estereotipos fueran los que impulsaran acciones, llegué a la conclusión de que he recibido pocos actos de discriminación y los que he recibido no han significado traumas muy grandes. Tal vez mi poca estatura, relacionado con lo que se supone debe ser un hombre, junto con mi contextura delgada ha sido lo más duro que me ha pasado. Desde niño se me ha comparado con niños, molestado por aparentar mucho menos edad, me han puesto apodos y se han burlado. Pero desde la universidad esto me ha dejado de afectar, tal vez por mi carácter que he logrado forjar para evitar que me afecten los imbéciles. Afortunadamente he tenido buenos amigos en la universidad. Mis pensamientos de izquierda también han sido un punto de referencia para mi familia y amigos fuera de mi carrera, pero esto me enorgullece más que otra cosa. En general, siento que he discriminado más de lo que se me ha discriminado a mi.

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