Quiero compartir una anécdota. Sucede que hace unos años invite a mis familiares a un reconocido restaurante a las afueras de Bogotá. Mis padres , hermano y mi hijo. Al final le dije al mesero que por favor me trajera la cuenta. Y a la vuelta, trajo la cuenta y se la dio a mi papá. Es increíble que en esta postura y en este siglo sigamos con esos estereotipos de género. Al creer que por haber en la mesa un hombre, mayor, y quien aparentemente es el padre, también es el proveedor y quien de encarga del dinero. Esto no puede ser.