Hemos normalizado el actuar y pensar sobre las razones de los desequilibrios en la sociedad, y nos cuesta aún reconocerlos y reconocernos ahí. Muchas expresiones y acciones nos limitan en el desarrollo pleno de nuestra vida social, económica y emocional, y en muchos aspectos se volvió natural sentir más presión en ciertas áreas de nuestra vida. Las mujeres no necesitamos y tampoco queremos demostrar lo buenas, inteligentes o capaces que somos, queremos contar con las mismas condiciones para ser lo queramos ser.