El comentario de Sebastián justifica la conducta del profesor y hace evidente la idea de que las mujeres son menos capaces, por lo que tienen que recibir más ayuda, más presión para que “sobresalgan”, como si no pudieran hacerlo por sí solas. Los estereotipos y segos implícitos están en todas partes. Como mujeres médicas, cada vez que nos preguntan por nuestras ambiciones (sobre todo si son quirúrgicas) nos dicen “pero, ¿has pensado en tener familia?” Como si la familia fuera sólo tener hijos, como si una decisión de no tener hijos fuera contraria a tener familia, y lo que es más grave, como si sólo nosotras somos las encargadas de pensar en eso, a ellos no se les pregunta ni se les juzgan de ambiciosos sus sueños.
Y claro, siempre digo que tenemos que entender que esta enorme cantidad de estereotipos son estructurales y son sistemáticos dentro de nuestra sociedad, por lo que no siempre implican una mala intención de base. Lo que sí es cierto es que tenemos que aprender a reconocerlos y ponerles una bandera roja en nuestro pensamiento y buscar una manera diferente de decir las cosas. Ser conscientes de los estereotipos, reconocerlos y darle la importancia que merece al saber sus consecuencias es el primer paso… un esfuerzo, quizás, de concientización discursiva.