El comentario del compañero reproduce la idea que en la ciencia se sigue normalizando: “la mujer es débil, no debería estar aquí, por tanto debe demostrar que sí” no es un cuestionamiento que se le haga a un hombre blanco heterosexual privilegiado. Ese tipo de exigencias se le hacen a las poblaciones que se consideran “fuera de su lugar”. La ciencia y la academia está, lamentablemente, plagada de este tipo de prejuicios. A muchas mujeres o personas diversas, les toca ser buenas para “probarle” al sistema que sí pueden y eso es traumático.
Desde que decidí ser madre estando en la academia me he sentido sistemáticamente rechazada y discriminada y al tiempo con ese afán de demostrar que por decidir ser mamá, me toca demostrar que soy buena en lo que hago, pero al tiempo la misma academia me saca de su circulo de productividad. En general, aunque muchas mujeres viven procesos de discriminación en la academia, precisamente por ese tema de demostrar que se “es fuerte” muchas dicen que no, que no les ha tocado. Yo creo que eso es una alarma, porque estructuralmente en muchos sentidos la academia es discriminatoria, hegemónica e injusta.
En este momento no soy consiente de haberlo hecho, pero he ocupado, por mi experiencia laboral, cargos en donde seguramente lo habré hecho, aunque trato de ser muy coherente entre lo que pienso y hago, creo que vivimos en un sistema donde es difícil no caer en estas dinámicas.