Pues, la verdad, considero que es un comentario dolorosamente común. No me parece justificado en ningún sentido, sobretodo teniendo en cuenta la razón detrás de ese comentario, es decir, las actitudes de un profesor que es claramente discriminatorio. Afortunadamente, me crié en espacios educativos y familiares en los que la mujer fue siempre actor principal de la comunidad; mi familia es liderada por mujeres, y en mi colegio la voz de una mujer tenía tanto valor como la de un hombre. He crecido en ámbitos donde la igualdad es una exigencia, y por lo tanto tengo el placer de poder decir que no he vivido situaciones tan fuertes como quizás otras personas sí lo han vivido. Sólo recuerdo haber sido discriminada una vez por mi color de piel, pero eso ocurrió en un lugar que no hace parte de esos espacios donde vivo mi día a día. Por último, creo que es inevitable imponer prejuicios sobre otras personas; es algo natural en nuestras mentes, eso de categorizar y definirlo todo, y es algo que, pienso, se demorará en cambiar. Considero que no se trata de no tener prejuicios sino de aprender a controlarlos y, especialmente, a no dejarnos influenciar por ellos. Las primeras impresiones raramente son exactas, así que está bien desconfiar de ellas.