[Pablo Alejandro Quintero Duarte]

¿Qué debo hacer en caso de estar cerca de alguien que incurra en una conducta MAAD?​
Si es pertinente, puedo acercarme a hablar con esa persona y hacerle una observación respetuosa y constructiva sobre su conducta. Si es más prudente recurrir al conducto regular estipulado para casos MAAD, entonces esa será la vía.

¿Cómo puedo cuidar a las otras personas y promover una sana convivencia en todos los escenarios de la Universidad?​

Una de las estrategias es evidentemente hacer pública la existencia del protocolo MAAD entre los miembros de la comunidad con los que comparto. Más allá del protocolo específico que ha diseñado la Universidad, el cual es muy valioso, una filosofía para la vida en general es asumir una actitud de respeto hacia los demás independientemente de las circunstancias que se vivan. Como mencioné antes en varias ocasiones durante este curso, una actitud tal proviene primero de haber consolidado el amor propio. Si me doy a mí mismo amor incondicional, si aprendo a amarme sin importar las circunstancias que atraviese mi vida, entenderé en mi propia humanidad qué es amor y en consecuencia entenderé cómo amar a mi prójimo, sin importar las condiciones.

[Pablo Alejandro Quintero Duarte]

¿Qué viene a mi mente con el comentario de Sebastián en la conversación de Whatsapp: “Si él es estricto es para que sean ustedes las que saquen la cara por las mujeres de la carrera”?
De tratarse de una situación que atestiguara en la vida real, no estaría de acuerdo con que alguien, sea mujer, hombre, niño, viejo, extranjero, tenga que “sacar la cara” por un grupo al que “representa”. De nuevo, se trata de vivir con autonomía, con libertad. Nadie tiene por qué cargar con las responsabilidades de los demás.

¿Alguna vez no he podido acceder o disfrutar de un lugar por los prejuicios o estereotipos que las demás personas tienen sobre mi?
Pienso que “no poder acceder o disfrutar” de algo no es algo que dependa solo de lo que los demás hacen sino también de lo que yo permito que se ejerza sobre mí. Pueden haber barreras físicas, logísticas, etc., pero las mentales o emocionales provienen principalmente de uno mismo y esas son más poderosas. Ahora mismo se me ocurren dos ejemplos: uno con las personas que son objeto de discriminación por no estar de acuerdo con la actual vacuna y otro con las personas a quienes les sucede lo mismo por ser inmigrantes. Existen barreras materiales en ambos casos, muy fuertes, y con frecuencia las opciones de ejercicio de la libertad se ven muy reducidas, según el grado de autonomía que se tenga, entre uno de los factores. Es preocupante ver a adultos y jóvenes por igual hacer a otros responsables de los males que les puedan suceder, en vez de asumir sus propias vidas responsablemente.

¿Creo que alguna vez he impuesto barreras a alguien en razón de diferentes estereotipos o prejuicios que has tenido?
Por supuesto. Asumir que nunca lo he hecho es como pretender que nací en una sociedad perfecta en la que me enseñaron cómo actuar en absoluta armonía con quienes me rodean. Eso sería un acto hipócrita conmigo mismo y, en consecuencia, con mis semejantes. Lo cierto es que nací en una sociedad con infinidad de fallas, y que esa sociedad me transmitió mucho de eso en mi proceso de crecimiento. Antes de alcanzar cierta edad, fui víctima de esa carga cultural. A partir de cierto punto, comencé, como todos los demás, a asumir mi propia formación como ser humano. Procuro conocerme cada vez más y liberarme progresivamente de todo aquello que me desconecta de lo que me rodea. Cuando uno descubre que compartimos muchísimo más de lo que nos separa, que las diferencias son solo aparentes, entonces el miedo, los prejuicios, etc., se van desvaneciendo por sí mismos uno tras otro, poco a poco.

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