Yulieth Estefania Ruiz Pulgarin
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mayo 14, 2025 a las 2:02 pm #306859
Yulieth Estefania Ruiz Pulgarin
ParticipanteLo primero que haría, dependiendo de la gravedad de la situación, es intentar un diálogo directo y respetuoso con la persona que incurre en la conducta, si considero que hay condiciones para ello. Buscaría que reconozca el impacto de su acción y que se cuestione si es consciente del daño que puede estar generando. Sin embargo, si la situación es grave, reiterativa o pone en riesgo a alguien, es necesario acudir directamente a las instancias institucionales y activar el Protocolo MAAD. Este protocolo existe precisamente para garantizar espacios seguros y dar respuesta a las violencias que muchas veces se intentan minimizar o normalizar.
Por otro lado, cuidar a los demás también implica cuidarnos a nosotros mismos. Para ello, es fundamental sostener una actitud constante de autoreflexión sobre nuestros comportamientos, palabras y formas de relacionarnos. Preguntarnos si estamos reproduciendo estereotipos, desigualdades o relaciones de poder injustas puede ayudarnos a transformar nuestras prácticas cotidianas. Además, es importante contribuir activamente a la construcción de espacios seguros, donde todas las personas se sientan escuchadas, respetadas y valoradas. Promover una sana convivencia significa no ser indiferentes ante las violencias, pero también construir relaciones basadas en el respeto, la empatía y la justicia.
mayo 7, 2025 a las 9:12 am #306700Yulieth Estefania Ruiz Pulgarin
ParticipanteLa respuesta de Sebastián revela, lamentablemente, una serie de supuestos profundamente problemáticos: que las mujeres, por el solo hecho de serlo, no rinden lo suficiente en la carrera; que para que “den más de sí” necesitan la exigencia y dureza de un hombre; y que el comportamiento del profesor es aceptable, como si discriminar, ser sexista o ejercer ciertos tipos de violencia pudiera justificarse bajo la idea de ser “estricto”. En ese sentido, su comentario reproduce estereotipos y formas de violencia que, al estar normalizadas, él no solo acepta, sino que ayuda a perpetuar. Sebastián ha interiorizado relaciones de poder que sitúan a las mujeres en una posición de inferioridad, y por eso no solo naturaliza estas violencias en el aula, sino que incluso las justifica.
Creo que, de una u otra forma, todas y todos hemos sido objeto de discriminación por prejuicios y categorías impuestas, pero también —y muchas veces sin darnos cuenta— hemos reproducido estereotipos y dinámicas de poder. Vengo de una carrera también dominada principalmente por hombres, en la que, en distintos momentos, fui tratada de forma diferenciada por el hecho de ser mujer. Lo más preocupante es que yo misma había interiorizado muchos de esos estereotipos. Me tomó mucho tiempo empezar a leer a mujeres —algo que durante el pregrado casi nunca se fomentó—, buscar referentes femeninos e identificar los patrones de poder que colocaban a las mujeres en un lugar secundario dentro de mi disciplina.
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